Las Abuelas fueron invitadas por el Consejo de
Ancianos de la Fundación Guabancex Viento y Agua y otras organizaciones
culturales.
En esta ocasión, fungieron como anfitriones la
antropóloga Ana Lara y el profesor Erasmo Lara. El programa de dos días
incluyó un conversatorio con la gente de esta zona rural, así como preparación
del temazcal, un baño de vapor con hierbas medicinales propio de la
cultura mexicana y de Centroamérica, que fue elaborado en un bohío indígena
sagrado confeccionado con cana por las abuelas.
Al día siguiente, hubo una caminata por los terrenos
de CeDoPaz donde se encuentra una Catedral de Bambú de la Paz y luego el
testimonio de sanación con plantas medicinales de todos los que asistieron a
esta convivencia, entre ellos sanadoras de varios países.
Uno de los principales trabajos que realizan estas
mujeres sabias es estudiar la lengua. “Nosotros enseñamos cantos, danzas
mexicanas antiguas, estudios del códice o libros manuscritos antiguos, los
calendarios antiguos, el trabajo de montaña, que es muy importante y las
cuentas matemáticas”.
María Guadalupe Retiz Yáñez, la más anciana de las
abuelas indígenas mexicanas, dijo que con el apego a las tradiciones
buscan “retomar nuestra identidad, nuestra raíz, lo que somos, hacerlo
resurgir, hacerlo patente. Compartir con las naciones, pero con una identidad”.
Este grupo nació
hace muchos años en México. Nos gustó mucho investigar en los códices y nos
dimos cuenta que en el Códice Borgia viene la imagen de la danza. Entonces nos
pusimos a verla, a observarla, a comprenderla y luego nos pusimos a trabajar,
nos pusimos a hacerla”, comparte la abuela Tonalmitl (María Guadalupe Retiz
Yáñez), danzante de la luna.
“En un principio empezamos ocho personas y el grupo creció poco a poco. Ahora somos alrededor de 300. Es que muchas mujeres andamos en búsqueda de cosas espirituales, buscamos trabajar nuestra esencia femenina, rescatándola, porque ha sido muy humillada, muy destrozada en todas sus formas. Nuestro lema es: ‘Para que la mujer se conozca a sí misma’”, añade parsimoniosa.
“En un principio empezamos ocho personas y el grupo creció poco a poco. Ahora somos alrededor de 300. Es que muchas mujeres andamos en búsqueda de cosas espirituales, buscamos trabajar nuestra esencia femenina, rescatándola, porque ha sido muy humillada, muy destrozada en todas sus formas. Nuestro lema es: ‘Para que la mujer se conozca a sí misma’”, añade parsimoniosa.
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